La historia del porqué celebramos el Día de la Cruz para darle zape al chamuco

El paso del tiempo dio lugar a una nueva costumbre, una nueva tradición que se mantiene hasta la fecha.

by Redactor Cero cero siete
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Los cristianos católicos tienen la costumbre de poner una cruz en el jardín, con frutas y adornos, para cuidar que no llegue a bailar el chamuco. Esta costumbre es un mix de creencias y costumbres que tiene miles de años.

En el siglo IV (cuatro) después de Cristo, el rey Constantino I estaba afligido porque al rato y perdía una guerra. Pero un sueño, vio la cruz iluminada y oyó que le decían que con ese símbolo podría ganar. Entonces, usó la cruz en su ejército y, antes de meterse a la samotana, gritó: “Confío en Cristo, en quien cree mi madre Elena”.

Así, don Constantino I ganó la batalla gracias a la cruz en la que creyó. Después de eso dio libertad a los cristianos, adoptó estas creencias en su reino y así es como la fe en Papá Chus llegó a varias partes del mundo.

El tres de mayo también coincide con los primeros macizos de la mapachada: los indígenas, o pueblos nativos. En esta época del año, le hacían fiesta al dios llamado Xipe Totec, en los días de las primeras lluvias. Así es como se tomó la costumbre de usar frutas de temporada como regalito: jocotes, coyoles, marañones, mangos y todas esas delicias.

Al juntarse las dos tradiciones, con muchos conflictos de por medio, llegamos al Día de la Cruz. Antes era más común verlas hechas con palo de jiote y adornadas con papel de colores, pero la majada ahora valora más compartir las frutas, persignarse antes de tomarlas y confiar en que el año traerá buenas cosechas.

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