Don Tiófilo, es un señor de unos 64 años y criado en el cantón Plan del Pino, Ciudad Delgado. Es un hombre que siempre anda en sus cabales y es sumamente sencillo. Cuando sale de su vivienda nunca olvida su machete, el cual, dice, le ha salvado la vida muchas veces.
Una vez, cuenta, llegó noche a su casa. Venía de una emergencia, y de pronto vio a una mujer con una gran silueta, un pelo extremadamente largo y aunque en la zona no hay ríos, vio la sombra de esa misteriosa ser, pero no se inmutó.
“Era ella, la vi una vez y gritaba”, dijo aquel hombre. “Y más allá venía esa cipotío, un niño bajito, barrigoncito y con un sombrero, era bien tranquilo, era el Cipitío”, recordó el don.
En pleno siglo 21, el hombre hablaba sobre esos personajes mitológicos, de los que se cuentan mucho en ese cantón y donde las leyendas urbanas continúan vigentes para las nuevas generaciones.
Mucho se habla en las zonas rurales de estos personajes, pero es la siguanaba la que más sobresale entre la majada, y por consiguiente tampoco puede pasar por alto su hijo, el Cipitío, que, según las leyendas, posee un carácter festivo e inocente, diferente a la de su madre que suele ser burlona, con una risa escandalosa, que hace que muchos que la ven salgan despavoridos y sin dirección.