En estas vacaciones muchos se dedican al paseo, el ocio, actividades religiosas, entre otras. Y, dentro de estas actividades, no puede faltar la degustación de platillos culinarios, típicos de la Semana Santa. Entre ellos, las tradicionales torrejas, jocotes y mango en miel y, por su puesto, las infaltables tortas de pescado seco.
¿Pero, sabían que la preparación de este platillo, a pasar de vivir en un país con poca extensión territorial, pueden variar mucho, si es que se come en la zona occidental y central, con respecto a la zona oriental?
Seguramente si eres de occidente o zona centro, has comido los clásicos “rellenos de pescado seco”, para esta temporada; que no es más que un trozo de pescado salado y seco, de cualquier variedad, envuelto en huevo, acompañado de una especie de recaudo.
Sin embrago, si pasamos la frontera de San Vicente, y nos dirigimos a toda la zona oriental, sus habitantes seguramente dirán haber comido “sopa de pescado seco”. Esta comida es muy representativa de todo oriente. Se trata del mismo pescado seco, pero este va envuelto no en huevo, sino en masa sazonada, como una especie de torta o pupusa.
Pero estas tortas van inmersas en una sopa, de ahí su nombre, que es el caldo que despiden el espinazo y cabeza del pescado seco, sazonado con consomé de camarón, y acompañado de garbanzos, papas y, en algunas ocasiones, repollo. Y quienes la degustan, la comen en su respectivo plato sopero, con una buena porción de caldo, y a veces servida con arroz.
Pero las diferencias de preparación no terminan ahí, ya que, en esta zona del país, cualquier comensal que deguste de esta suculenta sopa, podría toparse con una ‘torta muda’; que no es más que una torta de, únicamente, masa preparada, sin su respectivo trozo de pescado en el interior. Esto para quienes no son muy amantes de la carne de pescado seco.